Sigüenza, sede episcopal desde la cristianización de la península ibérica. Peculiaridad que ha configurado su ADN histórico, artístico, cultural y religioso.
El primer y principal dato histórico referido a Sigüenza, como sede episcopal, es su mención en las actas del III Concilio de Toledo, celebrado el 6 de mayo del año 589, al suscribirlas como asistente al mismo «Protogenes ecclesiae Sagontinae episcopus». Por ello, como afirmaba un erudito seguntino es «de mucha honra para la ciudad de Sigüenza y para toda su diócesis ver que sus obispos constantemente asistieron en persona a todos los concilios que se celebraron en la metrópoli de Toledo». El hecho de que, además, firmara como obispo católico declara que la sede seguntina no se fundó en tiempos de los godos, de confesión arriana, si no que posibilita retrotraer su fundación a este concilio. Este dato, a falta de resultados arqueológicos definitivos, permite suponer la importancia que esta ciudad tuvo en su periodo tardo-romano, ya que es el único enclave en la vía romana que unía Toledo y Zaragoza erigido en sede episcopal.
Esta historia eclesiástica, entre otras razones político-geográficas, supuso el motivo de su restauración como sede episcopal tras la reconquista. Así su primer obispo, don Bernardo de Agén, tras la restauración en 1124, al obtener el privilegio real de ser, a la vez, Prelado y Señor de esta Ciudad, quiso engrandecerla, más aún, reuniendo, en el año 1146, los dos núcleos poblacionales que, entonces, la componían con el propósito de que fuesen «una sola villa, y, un solo concejo, con un solo juez y sayón», y dotándola de una nueva iglesia-catedral con su cabildo. Desde entonces hasta hoy, prelados y cabildo, han atendido tanto las necesidades espirituales como corporales de sus vecinos, fundando hospitales asistenciales, pósitos, defensas, iglesias, mercados, salinas, conventos, palacios, conducciones de agua, fuentes, ampliando su trazado urbanístico y dotándola, también, de universidad, de espacios naturales y recreo, como su alameda «para verdadero solaz de los pobres y ornato de la ciudad». Sin duda, una de las fortalezas para la candidatura de Sigüenza y su entorno a Patrimonio de la Humanidad, es su historia, particularmente, su historia eclesiástica, siendo sede episcopal desde los albores del cristianismo.
Atilano Rodriguez.
Obispo de la Diócesis Sigüenza-Guadalajara