En las parameras de la Sierra Norte, donde se asientan las jaras, los tomillos y, por qué no decirlo, los fríos del amplio invierno, viene a asomarse esta Ciudad milenaria, crisol de culturas y credos, donde prima la convivencia, la educación y el señorío castellano de la vieja raigambre aprendida a lo largo de su historia.
Pisamos sus calles, contemplamos sus fachadas, recorremos sus barrios; es un tiempo de pausa, un tiempo de descanso. Sigüenza se nos ofrece en todo su esplendor: su alcazaba musulmana, fuente de cultura, de conflictos, de señoríos, de presente y de futuro; su catedral, cisterciense dentro del románico, gótica e incluso barroca y churrigueresca, donde sus basamentos tienen huellas indelebles de la historia de España; la iglesia de San Vicente, el patrón de todos los seguntinos, donde las piedras han sido rejuvenecidas por el empeño y tesón de personas que no les importaba gastar parte de su vida a cambio de dejar testimonio vivo de un monumento románico; la plazuela de la cárcel con su escudo frontal, su edificio que un día sirvió de sede del concejo y hoy contempla el paso de muestras de nuestro arte y cultura; la plaza mayor, sus arcos, sus piedras centenarias y encuadre de edificios que forman parte de nuestras vidas, y un aviso serio y compromiso por su conservación; las puertas de la ciudad y sus paños de murallas conservadas, muestra de que Sigüenza fue una ciudad importante, que protegía a sus vecinos de las inclemencias no solo meteorológicas sino las revenidas de los conflictos grupales…
Como puede pensar el visitante son muchas las cosas que quedan por recorrer y contemplar: edificios, fachadas, monumentos, calles, paisajes –no podemos olvidarnos de La Alameda, punto de encuentro, que ha servido para reunirse, para firmar o pactar, para enamorarse y, quien sabe, para sellar la paz-; nuestros nexos de unión –pedanías que comparten el devenir diario, las preocupaciones por las “ausencias” cada vez más frecuentes, y por ver un futuro de permanencia-;…
Sigüenza es todo esto y mucho más. Por eso, la apuesta por el futuro no es tanto la meta a alcanzar sino el camino que tenemos que recorrer; porque en ello nos va el presente y el futuro. El compromiso es grande e ilusionante.
José Manuel Latre Rebled.
Profesor de la SAFA y exalcalde de Sigüenza