El recurso hídrico, como centro de la actividad humana seguntina. Una nueva mirada a la arqueología en el curso Alto del Henares.
Bañas tierras de pobladores desde muy antiguo; habitantes que desarrollan sus técnicas de supervivencia aguas arriba, en la divisoria con la Cuenca del Duero. Escenas de caza que quedaron en su retina y en la pétrea oquedad cercana de Los Casares.
Olmedillas, Mojares, Horna… en tu recorrido, lugar de Quintanares, muestra de la excelencia romana, que dejó recuerdo a tus espaldas en la ciudad del temible Almanzor.
Lentamente sigues tu curso, rio arriácense, y en paralelo abandonas la Edad Lítica, introduciéndote en la Edad metalina de Castilviejo, y en los estudios del Profesor Rodrigo de Balbín en Prados Redondos, muy cercano de tu compañero terrestre, Cerro Otero.
¡Afluente bendito! Nos aportas el Oro Blanco, no sin ver envidias que obligan a recrecer fortalezas en el Alto de Castro riosalino. Dulce compañero, que por Oriente nos ofreces baños sin playa, ¡oh Minerva!, pero medicinales que curas La Salud.
Tagus, tu hermano mayor, noticias episcopales nos trae del cónclave acaecido en la Noble Capital visigoda.
Wadi, wadi, ¡mira atrás!, Bujarrabal te vigila mientras conversa con la Ripa de Sancti Iuste, a la espera de las órdenes de la Peña Fuerte de Alvar Fáñez.
Salto por saltar, al cerro Villavieja y el Mirón llegas, Rio de los campos de heno, a regar.
Desde sus alturas, a la señora majestuosa pueden observar; libres sus pobladores en habitar; bereberes y prehistóricos en altura, legiones y bárbaros en tus orillas; sin obviar, el empeño de señores y prelados, por ambos lados, querer
ensanchar.
Térmicas, extracciones asfálticas, Fábrica de Chocolates, la de los Ochoa y hasta El Acierto, chimenea abandonada a su suerte mientras águilas y buitres la planean.
Fábricas, castillos, castros o cuevas, ¡todo lo rodeas gran Río Henares!
Daniel Pérez Moreno