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Integrada en la comarca de la Serranía de la Provincia de Guadalajara, con una altitud de 998 m. sobre el nivel del mar, rodeada de bellos paisajes naturales, Sigüenza es uno de los principales destinos turísticos de Castilla La Mancha. Declarada Conjunto Histórico Artístico en 1965. Desde entonces es conocida por el nombre geoturístico de “La ciudad del Doncel”, en memoria de su personaje más emblemático, Martín Vázquez de Arce, cuya estatua funeraria es la joya de su catedral.
Sigüenza es ciudad desde hace más de 2000 años. Lo fue en época celtibérica, cuando se denominaba Segontia, que significa la que domina el valle, refiriéndose al valle del río Henares que discurre a sus pies. Lo siguió siendo en época romana y visigoda, cuando se convirtió en sede episcopal. Bajo el dominio musulmán perdió su importancia en favor de Medinaceli. Fue reconquistada por el obispo D. Bernardo de Agén el 22 de enero de 1124. El rey Alfonso VII de Castilla le concedió junto a su Cabildo la jurisdicción civil sobre la ciudad, convirtiéndose en un señorío episcopal que perdurará hasta finales del siglo XVIII. La ciudad es un compendio de la historia del urbanismo desde el siglo XII a la actualidad, y visitándola podremos conocer la Sigüenza medieval, la Sigüenza renacentista, la Sigüenza barroca y la Sigüenza Neoclásica.
Se desarrolla esta Sigüenza medieval, que es el centro histórico de la ciudad, entre el castillo y la catedral. Se caracteriza por sus calles estrechas y sinuosas, que reciben el nombre de travesañas. En estas calles convivían comerciantes y artesanos cristianos, judíos y musulmanes. En la Baja Edad Media estas dos últimas comunidades tuvieron sus propios barrios: la Morería y la Judería. En esta Sigüenza medieval destacan los siguientes monumentos: el castillo, en lo más alto del cerro de asiento y las iglesias románicas de San Vicente en la Travesaña Alta y de Santiago en la calle Mayor. En dicha Travesaña se abren dos plazas, la plaza del Doncel o plazuela de San Vicente, presidida por la llamada Casa del Doncel, la residencia familiar de Martín Vázquez de Arce; y la Plazuela de la Cárcel, que preside el antiguo ayuntamiento seguntino.
En esa Sigüenza medieval encontramos vestigios de los dos recintos amurallados que en esa época marcaron el desarrollo urbanístico de la ciudad: el románico y el gótico. Del primero, alzado entre los siglos XII y XIII, cuyo lienzo sur correría paralelo a la Travesaña Baja, conservamos la Puerta del Hierro del lienzo occidental, su entrada principal torreada; y la Puerta del Arquillo de San Juan, abierta en una torre, que daba acceso desde la primera Judería seguntina, ubicada hasta el siglo XV en la Travesaña Baja, a la Morería, actual calle de Herreros. También ha llegado hasta nosotros de su lienzo oriental la Puerta del Sol que nació como mero portillo. Saliendo por ella a extramuros podremos contemplar desde el Paseo de la Ronda el resto de esta muralla que asciende hasta el castillo.
De la muralla gótica, que en el siglo XIV vino a proteger los arrabales que ampliaron la ciudad por el oeste y por el norte, conservamos gran parte de su lienzo occidental, en el que se abrió el Portal Mayor y el llamado cubo del Peso; y del lienzo norte que corre paralelo a la actual calle del Hospital. En este siglo XIV también se rodeó la catedral de murallas, siendo la de Sigüenza una de las pocas catedrales amuralladas de España. De sus puertas y torreones destacamos la Puerta de la Cañadilla o del Toril. que da acceso desde la Plaza Mayor al Pinar.
A finales del siglo XV el cardenal D. Pedro González de Mendoza, siendo obispo de Sigüenza, introdujo los principios urbanísticos renacentistas en su ciudad, abriendo una plaza, la actual Plaza Mayor, ante la fachada meridional de la catedral para permitir su mejor contemplación, tras derrocar parte del muro norte de la muralla del XIV de la ciudad. Años después, su sucesor, el cardenal Bernardino López de Carvajal, por deseo del Cabildo y para dar cabida al aumento de la población, mandó construir un nuevo barrio ante la fachada principal de la catedral, tras eliminar parte del muro occidental de la muralla que la rodeaba. Barrio que es considerado el primer ensanche renacentista de España.
Una amplia muralla, cuyas puertas monumentales, de Medina y Guadalajara, se derrocaron en la Guerra de la Independencia, rodeaba sus calles anchas y rectas (actuales de Guadalajara, Medina, Seminario, Yedra y prolongación de Comedias). En esta Sigüenza renacentista, además de la catedral, ante cuya puerta principal se dispuso un amplio atrio, en el que se alzó el nuevo edificio de la Contaduría, destaca el palacio de Fadrique de Portugal, en la calle de la Yedra, del que conservamos su espléndida portada, en la que luce su escudo. También es de esta época el palacio renacentista que en la actualidad es sede del Museo Diocesano de Arte Antiguo.
A mediados del siglo XVII el obispo Bartolomé Santos de Risoba mandó abrir una calle monumental barroca ante la puerta de Guadalajara, la entrada occidental de la muralla renacentista. Allí alzó el nuevo edificio de la Universidad, el actual Palacio episcopal, el nuevo monasterio de Jerónimos y su iglesia conventual. Un siglo más tarde, frente a la Universidad, se edificaría un Hospicio. Fue en época de Carlos III, cuyo escudo preside su fachada. En la actualidad es la sede del Colegio de la Sagrada Familia. Desde esta calle monumental, y a través de la calle del Seminario, antigua calle Nueva del ensanche renacentista, llamada así por el edificio barroco del Seminario Conciliar que se construyó en ella, accedemos al barrio de San Roque mandado alzar a fines del XVIII por el obispo ilustrado Juan Díaz de la Guerra. En el destacan los edificios barrocos del Palacio de Infantes, y del convento e iglesia de San Francisco; y la neoclásica ermita de San Roque en el extremo oriental del barrio.
Adosada al barrio Ilustrado de San Roque, encontramos la Alameda neoclásica de Sigüenza, delimitada arquitectónicamente a principios del siglo XIX por el obispo Inocencio Vejarano. Tres edificios de épocas anteriores se alzan fuera de su barbacana en sus extremos y en su centro. A oriente el convento barroco de San Francisco, a occidente la ermita renacentista del Humilladero y en el centro la antigua ermita de Santa María de los Huertos. En este mismo siglo XIX, en el corazón del gran Arrabal seguntino que fue creciendo en los siglos XVII y XVIII a extramuros del lienzo occidental de la muralla gótica, se edificó la iglesia parroquial de Santa María, en el centro de un barrio de artesanos y labradores. En los siglos XX y XXI barrios de chalets y nuevas urbanizaciones han ampliado Sigüenza hacia el norte y el oriente, pero no han transformado completamente la ciudad, que aún conserva un cinturón verde en torno así, gracias no solo a la Alameda sino sobre todo a su Pinar.