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LA HISTORIA DE LA CIUDAD DE SIGÜENZA
En los alrededores de Sigüenza existen huellas de poblamiento prehistórico, pero la ciudad entra en la historia como Segontia, la que domina el valle, cuando Plinio la considera una de las seis más importantes de los celtíberos. Los romanos hicieron pasar la vía que unía Zaragoza con Mérida a los pies de su primitivo cerro de asiento, aprovechando la unión del río Henares con el Jalón, lo que mantuvo la importancia de la ciudad que los visigodos convirtieron en episcopal. Durante cuatrocientos años estuvo en manos islámicas, hasta que fue reconquistada en 1124 por el obispo Bernardo de Agén. A lo largo de la Edad Media, sus sucesores, como señores de la ciudad, impulsaron la construcción de la nueva catedral, convirtieron la alcazaba islámica en su residencia y protegieron con dos recintos amurallados a una población de cristianos, judíos y musulmanes vitalizada por el paso de la Mesta. A finales del siglo XV, una vez superada la crisis de la Peste Negra, en época de los cardenales Pedro González de Mendoza y Bernardino López de Carvajal, la ciudad medieval se fue convirtiendo en renacentista, con la apertura de nuevas plazas, y la construcción de un ensanche amurallado, aparte de adquirir la categoría de universitaria. A lo largo del siglo XVI su prosperidad fue en aumento por impulso de sus sucesivos prelados, y en el XVII la fama de su universidad alcanzó su cenit tras la construcción de su nueva sede en una amplia calle barroca.
En el XVIII el obispo ilustrado Juan Díaz de la Guerra edificó el nuevo barrio de San Roque para mantener con el alquiler de sus casas el Hospital de San Mateo. Pocos años después renunciaría al señorío de la ciudad. La Guerra de la Independencia y posteriormente las Guerras Carlistas hicieron estragos en Sigüenza, que muy lentamente fue recuperando su vitalidad, como evidencian la delimitación arquitectónica de su Alameda y la construcción de la parroquia de Santa María en el corazón del gran Arrabal occidental. En las primeras décadas del siglo XX, gracias en parte al ferrocarril, la ciudad fue de nuevo un centro comercial y cultural.
Todo quedó truncado por la Guerra civil, que destruyó barrios enteros y dejó en ruinas sus principales monumentos. Tras décadas dedicadas a su reconstrucción, en 1965 Sigüenza fue declarada Monumento Histórico Artístico, eligiendo entonces como nombre geoturístico el de “Ciudad del Doncel”, por la famosa escultura funeraria que atraía al turismo a su catedral. Una ciudad que en la actualidad sigue impulsada por su rico patrimonio cultural y natural y que sueña con ser declarada Patrimonio Mundial.
Pilar Martínez Taboada, Cronista Oficial de la Ciudad